miércoles, 29 de agosto de 2012

¡CON EL SUDOR DE TU ALMA!

Adsorbido por la cotidiana labor
Por la preocupación de lo eventual
La ilusoria obligación de “ese” cumplimiento
Del trámite ridículo
De la espera inútil de un encuentro igualmente inútil

Fagocitados los minutos que devienen en horas
Sumando jornadas, cuyo balance se obvia, por efímero

Dinámica impuesta a la inversión de una materia que se deteriora, sin lograr obra alguna
Conjunto de armónicos procesos químicos e impulsos eléctricos
Otorgados sí, pero para el pensamiento, para el consecuente accionar
Una majestuosa, incomprensible organización cuya capacidad se malgasta
Se desperdicia en intentos más o menos exitosos en la obtención de pequeños envoltorios de un 99% ¡de nada!

El responsable, pináculo de la creación local
Energía especializada, progenie de lo divino
transita confundido, y por cierto muy ocupado,
hacia el final de una etapa de su olvidada eternidad, con mucha pena y una importante cosmética sobre el rostro de una mal disimulada resignación

ÉL vino, redimió, y sus simples, esenciales, leyes abolieron para siempre cualquier otra interpretación de la supuesta maldición adámica    
El asunto no radica en “el sudor con el cual ganar el pan”, sino en la dedicación de tiempo completo

Más no solo en obtención del sustento, no
Si, en los mil extravíos que ello trae bajo el brazo;
para nuestro nivel de comprensión, claro está

ÉL habló. ÉL modificó (si es que algo habría de serlo) el concepto del sufrimiento en aras de la supervivencia           

Fíjense en las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, no guardan alimentos en graneros, y sin embargo el Padre del Cielo, el Padre de ustedes, las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que las aves?
¡Las aves de los cielos y los lirios de los campos...!

 ¡Hermoso! Con solo ser lo que uno Es, nos aseguró el sustento

 Sin sudor de la frente
                                                             Filemón Solo

martes, 21 de agosto de 2012

PENSAMIENTOS


Sin bien necesitamos respuestas, no nos estamos preguntando

Saber el nombre de cada especie de árbol, es cultura, conectarse con solo uno, sabiduría

                                                                 Filemón Solo

sábado, 18 de agosto de 2012

NOSOTROS. HUMANOS


Si el comportamiento humano es el producto de sus experiencias y no de su conocimiento intrínseco, el hombre necesitará de la guerra, la enfermedad y la miseria, para poder valorar la paz, la salud y la abundancia. En suma, esta raza tan particular solo sabe apreciar aquello que pierde. Y si de pérdidas se trata, así ocurre con su memoria, la que la abandona con la suficiente frecuencia como para que le sea menester el repetir estas calamidades para activar el recuerdo de su contraparte.

Bien se podría decir que el hombre suele extraviar la sustancia madre del universo: El amor. 

                                                                    Filemón Solo

 

domingo, 5 de agosto de 2012

CONFUSIÓN


No hay donde volver. El sitio ya no existe, como todo sueño se esfumó al abandonarlo. Lo dejé sin mirar atrás y me fui alejando paulatinamente, paso a paso. En comienzos intentaba retornar a las viejas brumas con la esperanza de reingresar al engaño que las construyera, hace ya tantos y tantos años de ceguera.

No es que haya aprendido mucho, ni siquiera lo necesario indispensable para desoír a la nostalgia que la perdida ilusión me regurgita de tanto en siempre. Solo una gota, esa que entrega el alambique del vivir en la experiencia; y luego de un costosísimo proceso de destilación de elementos espurios. Muy poco, es cierto; magro en volumen, pero conteniendo un auténtico resultado: conclusiones, y lo que se concluye está pues,”concluido”.

Y la soledad, que no existe como falencia de persona o cosa, es el único estado de pureza del sentimiento. Verdad que ese sentimiento debió ser esterilizado, pues contuvo los gérmenes nacidos en engañosos recuerdos de irrealidades acontecidas en la ficción de aquello que creímos más o menos cierto. Tiempos donde despilfarrábamos nuestra fe como si fuera la verdadera. Inversiones de esperanza disparada hacia casi cualquier cosa parecida al afecto que se nos cruzara en el camino.

¿Dije afecto?, sí eso dije. El pedido de disculpas viene acompañado de un escueto relato de los usos de una época donde “la frase” no se pronunciaba así como así. El “te amo” se escondía tímidamente detrás de un incorrecto “te quiero”; término que solo alude a una mera posesión. Tuvimos que aprender a expresar con su nombre el sentimiento que la almidonada generación anterior (anterior a la nuestra, quede claro) omitiera en su enseñanza, y no por intención de silenciarlo, sino por la misma causa: nunca nadie en su educación le diera semántica aplicación. El afortunado que, portando más de cinco décadas contara con destinatario, recién aquí se aventuró a lanzar su primer “te amo”.   

Cualquiera sea el nombre que le damos, casi todos conocemos algo acerca del amor, el problema radica en su práctica y conservación. Ahí es donde se esconde el porqué de tantos intentos caídos en fracaso. Siendo solo parte de aquello que realmente somos, esperamos que otro ser nos provea del sector faltante: “eso que nos complemente”, obviando que la plenitud debe ser patrimonio personal, para luego ejercitarla en la pareja. El amor que llena un vacío, más que amor es una prótesis.

                                                                 

Sí, no hay donde volver, la inocencia, tan cercana a la estupidez, se deja atrás en un para-siempre cuyo trayecto nos sitúa exactamente donde estamos: tratando de comprender el porqué debemos alejarnos nuevamente de la presente alucinación, o, en su defecto, no comprendiendo nada.

Licuado de cariño, bronca, una pizca de mentira y resignación a gusto.



Claro que hay almas gemelas, lo que difiere son las personalidades.





                                              Filemón Solo